miércoles, 11 de enero de 2012

Intersecciones (I)


Intro

Había sido una de las semanas más agitadas y variadas de su vida. Y parecía que iba a más. Estaba en el camarote del capitán del buque oceanográfico “spin glass” cuando el jefe científico del mismo, biólogo marino, había llegado para informar de que les habían enviado, de fuentes totalmente fiables, un vídeo en el que se distinguía con claridad un animal con toda la apariencia de ser algún tipo de dinosaurio marino. El video se había grabado cerca de la zona dónde en los últimos tiempos se habían detectado diversos tipos de anomalías varias en el campo magnético de la tierra, el gravitatorio, y había indicios incluso de una posible quinta fuerza. Y dónde, no menos relevante para darle mayor credibilidad al vídeo, había, desde hace unos meses, rumores de avistamientos de “monstruos marinos”. Dado que el barco era uno de los mejores equipados en instrumental científico del mundo, que en la tripulación había científicos de diversas áreas- incluyéndole a él mismo, un pasablemente famoso físico de cuerdas - se había optado por dirigirse hacia la zona del avistamiento, a ver si había suerte.


Mientras trazaban el rumbo a su destino se dirigió a su camarote para meditar sobre lo que terminaban de contarle, y sobre como había ido a parar a esa situación. Tan sólo quince días antes se encontraba corrigiendo los exámenes de Febrero en el que era su primer año como profesor universitario. Cuando le había llegado al correo la oferta para dar una conferencia en la universidad de ciudad del plástico casi no se lo creía. De hecho hasta que no hizo las comprobaciones pertinente en Google y la Wikipedia no empezó a asimila que la oferta era real. Plastic City era posiblemente el lugar del mundo más paradójico, y representativo de la época en que vivía.

La primera noticia que se tuvo de lo que llegaría a ser la zona mas tecnificada dónde alguna vez se había asentado una población humana se había descubierto en 1999. Un estudio realizado por Charles Moore, fundador de la Fundación de Investigación Marina Algalita, advertía de la existencia de densidades excepcionalmente altas de residuos plásticos flotando en lo que se llama el Giro Central del Pacífico Norte. La abundancia de plástico flotante, que se había recogido con redes, era por término medio de 334.271 trozos por cada km2. El Giro Central del Pacífico Norte es un área de convergencia, dónde las corrientes oceánicas, que giran en el sentido de las agujas del reloj, actúan como un mecanismo de retención impidiendo que los desechos plásticos se desplacen hacia las costas y se acumulen. Podría decirse que se trata de una gigantesca corriente superficial en forma de remolino. Como resultado se tenía una zona cuya extensión real era difícil de determinar, pero que se cifraba en algo entre el tamaño de Francia y el de Estados unidos. La concentración de plástico variaba de unas zonas a otras pero en algunas partes, bastante extensas, alcanzaba profundidades de varios metros. Los primeros interesados en esas acumulaciones fueron los ecologistas. Pero en un momento dado hubo una revolución en las técnicas de reciclaje del plástico y de repente esos desechos se convirtieron en una de las fuentes de riqueza más atractivas del planeta. En pocos años se montaron varias instalaciones destinadas a procesar esa ingente cantidad de basura que poco a poco fueron agrupándose dando lugar a lo que se conocería como ciudad del plástico.

Por su propia naturaleza un porcentaje bastante alto de la población de esa zona era gente con inclinación hacia la ciencia y la técnica y su universidad había llegado a ser en muy poco tiempo una de las mas prestigiosas. Con todo era una universidad cuyo foco era la investigación aplicada. Ciertamente tenían facultades de ciencia pues la biología y la química eran esenciales para ellos. Y dónde hay una facultad de química y biología era inevitable tener una facultad de física y una de matemáticas, aunque sólo fuera para tener una cantera de profesores para las asignaturas de esas ramas en las otras facultades. Pese a ello en es universidad no había ningún grupo especialmente destacado en las áreas de teoría de cuerdas o cosmología, con lo cuál no dejaba de ser sorprendente que hubieran organizado una conferencia sobre esos temas. Y mas sorprendente aún era que le invitaran a él, por mucho de que hubiera rumores de que era candidato al premio Nobel si después de todo se confirmaba que su teoría sobre luz cansada, que echaba por tierra la existencia de una expansión acelerada del universo, y que de paso ofrecía la primera evidencia clara de que la teoría de cuerdas era correcta, resultaba definitivamente verificada.

La conferencia había terminado pero a él le habían invitado a quedarse una semana más. El objetó que debía regresar a su universidad, para el comienzo del segundo cuatrimestre, pero le aseguraron que habían hablado con su departamento y que no habían puesto ninguna traba a que prolongara su estancia allí lo que considerara oportuno, circunstancia que, obviamente, se había asegurado de confirmar de manera independiente. Fue entonces cuando le habían informado de todas las anomalías que habían empezado a aparecer de un par de meses a esta parte. Los primeros indicios observados fueron pequeños cambios en las pautas de las corrientes marinas. Dado que esas corrientes eran las que suministraban plástico a la floreciente industria de la ciudad se hacía un seguimiento bastante minucioso de las mismas. Lo siguiente en ser notado fueron las anomalías magnéticas. Realmente eran mínimas y hubieran pasado totalmente desapercibidas de no ser porque parte del equipamiento científico del barco operaba con dispositivos muy sensibles, basados en squids, a los campos magnéticos más insignificantes. La observación de fenómenos de quinta fuerza se produjo durante experimentos para intentar detectar posibles variaciones locales del campo gravitatorio que pudieran explicar los cambios en las corrientes marinas. Se había optado por ese tipo de experimentos una vez descartados otros motivos más habituales, como cambios en las pautas del viento o en la salinidad de las aguas. En realidad, según los geofísicos, era probable que las anomalías magnéticas señalaran algún tipo de cambio en el manto magmático, y puede que incuso en la corteza terrestre debajo del lecho oceánico. Signos todos ellos bastante preocupantes pues apuntaban a que pudieran estarse formando las condiciones propicias para un maremoto. Pero no todo encajaba sin embargo. Uno esperaría que acompañando al resto de evidencias hubiese una actividad sísmica atípica, y no se había detectado ninguna. Posiblemente fue por todo eso que cuando se hicieron los experimentos para medir la aceleración gravitatoria y se encontró que esta variaba ligeramente con la altura no se descartaron los datos como un error experimental, que es lo que se habría hecho en otras circunstancias, y se repitieron las pruebas varias veces hasta que quedó prácticamente descartado un error en los datos.
Las observaciones de una quinta fuerza eran algo realmente revolucionario. Era el tipo de cosas que sólo atañían a los físicos teóricos y sobre las que el resto de físicos de otras disciplinas sabían muy poco, y posiblemente a través de divulgación científica. Todos los fenómenos del universo conocido pueden explicarse mediante cuatro fuerzas fundamentales. Las dos mas conocidas son el electromagnetismo, los campos eléctricos y magnéticos más o menos familiares para todo el mundo que haya manejado un imán o haya recibido una descarga electrostática de alguna superficie metálica o plástica. Luego esta el campo gravitatorio, responsable de la ciada de los cuerpos hacia el centro de la tierra, y de los planetas y demás objetos astronómicos orbiten unos entorno a los otros. Mas misteriosas son las dos fuerzas nucleares. La fuerte mantiene unidos los núcleos de la materia (y los quarks dentro de los protones y neutrones que forman los núcleos). La débil es la responsable de las desintegraciones nucleares espontáneas.

La idea de una “quinta fuerza”, en su forma más conocida data de los años 80. en esa década se habían anunciado observaciones en Australia que indicaban que la gravedad variaba con la altura de una manera distinta lo que predecía la ley de newton (o la gravitación de Einstein, que para campos gravitatorios débiles, como el de la tierra, coincidía con la Newtoniana). Posteriormente al repetir los experimentos no se volvió a observar nada parecido y se descartaron los resultados. Aún así esos resultados no cayeron el olvido y pasaron al fondo de chismorreo científico junto con otros anuncios de descubrimientos célebres posteriormente no vueltos a reproducir, cómo los monopolos magnéticos o la fusión fría. Fue debido a esa triste celebridad que el personal del “spin glass”, ninguno de ellos físico teórico, supo reconocer lo que tenían entre manos. Y sabiéndolo supieron a quien debían acudir, un físico de cuerdas. Porque entre los en torno a 10.000 físicos dedicados a esa disciplina que debía haber en el mundo las autoridades de Plastic City habían decidido confiar en él para confiarle el descubrimiento, que desde luego habían mantenido en un muy recomendable secreto, y pedirle consejo sobre como proceder a continuación era un pequeño misterio a sumar al resto de enigmas de mayor calado que le rodeaban. Al fin y al cabo no era en absoluto una gran autoridad en teoría de cuerdas, como lo pudieran ser un Ed Witten o un Cunrum Vafa. De hecho ni siquiera llegaba a una segunda categoría, como pudieran representar un Jackes Distler o un Lubos Motl. Incluso si al final se llevaba el premio Nobel por su teoría de luz cansada era consciente de que su trabajo era de carácter fenomenológico, y que posiblemente habría tenido bastante suerte. Por otro lado si lo que le habían revelado en plastic city sobre la quinta fuerza se confirmaba, y se debía a algún fenómenos geofisico extraño, cosa probable, ese resultado llevaba un premio Nobel adosado si o sí. Y parecía que querían que él se llevara parte del mérito.
De lo que no le habían mencionado nada cuando le explicaron el tema de la quinta fuerza era de lo de los monstruos marinos. Y sin duda habían hecho bien. Una cosa era un fenómeno de física atípico sobre el que había datos precisos obtenidos por personal cualificado. Pero rumores sobre una versión local del famoso Nessi sonaba a magufería y a tomadura de pelo. Tras recibir la noticia y ver el video había reflexionado sobre el mismo. Sin duda parecía muy real. Cierto era que las técnicas CGI permitían hacer casi cualquier cosa, pero solían notarse bastante. En cualquier caso tampoco había gran cosa que pudiese hacer al respecto. Era un pasajero en ese barco y si los que lo dirigían habían decidido jugar a criptozoologos y buscar un dinosaurio marino vivo 65 millones de años después de que se hubiesen extinguido poco podía hacer. En realidad tampoco era un gran contratiempo. El barco contaba con conexión a Internet vía satélite repartida a todos sus ocupantes mediante wifi. El ancho de banda no era la reluche pero le bastaba para consultar el correo, el arxiv y los blogs y foros científicos habituales, mirando entre otras cosas material sobre “quinta fuerza”, con lo cuál esa “caza del monstruo” no le hacía perder el tiempo en su nuevo objetivo. Además la gente a bordo era una compañía agradable y le pagaban bien. Por otro lado si después de todo había algún animal raro por ahí suelto la empresa de localizarlo y obtener evidencias indiscutibles de su existencia tenía un tono de aventura exótica de primera categoría. Realmente se mirara como se mirara eran tiempos interesantes y lo único que echaba un poco de menos era a su novia. En estas elucubraciones andaba cuando sonó su móvil. Le llamaba el capitán solicitando su presencia en cubierta. Al parecer habían logrado localizar al animal y esperaban que se le pudiese ver en cualquier momento desde el barco.


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