Intro
Había
sido una de las semanas más agitadas y variadas de su vida. Y
parecía que iba a más. Estaba en el camarote del capitán del buque
oceanográfico “spin glass” cuando el jefe científico del
mismo, biólogo marino, había llegado para informar de que les
habían enviado, de fuentes totalmente fiables, un vídeo en el que
se distinguía con claridad un animal con toda la apariencia de ser
algún tipo de dinosaurio marino. El video se había grabado cerca
de la zona dónde en los últimos tiempos se habían detectado
diversos tipos de anomalías varias en el campo magnético de la
tierra, el gravitatorio, y había indicios incluso de una posible
quinta fuerza. Y dónde, no menos relevante para darle mayor
credibilidad al vídeo, había, desde hace unos meses, rumores de
avistamientos de “monstruos marinos”. Dado que el barco era uno
de los mejores equipados en instrumental científico del mundo, que
en la tripulación había científicos de diversas áreas-
incluyéndole a él mismo, un pasablemente famoso físico de cuerdas
- se había optado por dirigirse hacia la zona del avistamiento, a
ver si había suerte.
Mientras
trazaban el rumbo a su destino se dirigió a su camarote para meditar
sobre lo que terminaban de contarle, y sobre como había ido a parar
a esa situación. Tan sólo quince días antes se encontraba
corrigiendo los exámenes de Febrero en el que era su primer año
como profesor universitario. Cuando le había llegado al correo la
oferta para dar una conferencia en la universidad de ciudad del
plástico casi no se lo creía. De hecho hasta que no hizo las
comprobaciones pertinente en Google y la Wikipedia no empezó a
asimila que la oferta era real. Plastic City era posiblemente el
lugar del mundo más paradójico, y representativo de la época en
que vivía.
La
primera noticia que se tuvo de lo que llegaría a ser la zona mas
tecnificada dónde alguna vez se había asentado una población
humana se había descubierto en 1999. Un
estudio realizado por Charles
Moore,
fundador de la Fundación de Investigación Marina Algalita,
advertía de la existencia de densidades excepcionalmente altas de
residuos plásticos flotando en lo que se llama el Giro
Central del Pacífico Norte.
La abundancia de plástico flotante, que se había recogido con
redes, era por término medio de 334.271 trozos por cada km2.
El Giro Central del Pacífico Norte es un área
de convergencia,
dónde las corrientes oceánicas, que giran en el sentido de las
agujas del reloj, actúan como un mecanismo de retención impidiendo
que los desechos plásticos se desplacen hacia las costas y se
acumulen. Podría decirse que se trata de una gigantesca corriente
superficial en forma de remolino. Como resultado se tenía una zona
cuya extensión real era difícil de determinar, pero que se cifraba
en algo entre el tamaño de Francia y el de Estados unidos. La
concentración de plástico variaba de unas zonas a otras pero en
algunas partes, bastante extensas, alcanzaba profundidades de varios
metros. Los primeros interesados en esas acumulaciones fueron los
ecologistas. Pero en un momento dado hubo una revolución en las
técnicas de reciclaje del plástico y de repente esos desechos se
convirtieron en una de las fuentes de riqueza más atractivas del
planeta. En pocos años se montaron varias instalaciones destinadas
a procesar esa ingente cantidad de basura que poco a poco fueron
agrupándose dando lugar a lo que se conocería como ciudad del
plástico.
Por
su propia naturaleza un porcentaje bastante alto de la población de
esa zona era gente con inclinación hacia la ciencia y la técnica y
su universidad había llegado a ser en muy poco tiempo una de las mas
prestigiosas. Con todo era una universidad cuyo foco era la
investigación aplicada. Ciertamente tenían facultades de ciencia
pues la biología y la química eran esenciales para ellos. Y dónde
hay una facultad de química y biología era inevitable tener una
facultad de física y una de matemáticas, aunque sólo fuera para
tener una cantera de profesores para las asignaturas de esas ramas en
las otras facultades. Pese a ello en es universidad no había ningún
grupo especialmente destacado en las áreas de teoría de cuerdas o
cosmología, con lo cuál no dejaba de ser sorprendente que hubieran
organizado una conferencia sobre esos temas. Y mas sorprendente aún
era que le invitaran a él, por mucho de que hubiera rumores de que
era candidato al premio Nobel si después de todo se confirmaba que
su teoría sobre luz cansada, que echaba por tierra la existencia de
una expansión acelerada del universo, y que de paso ofrecía la
primera evidencia clara de que la teoría de cuerdas era correcta,
resultaba definitivamente verificada.
La
conferencia había terminado pero a él le habían invitado a
quedarse una semana más. El objetó que debía regresar a su
universidad, para el comienzo del segundo cuatrimestre, pero le
aseguraron que habían hablado con su departamento y que no habían
puesto ninguna traba a que prolongara su estancia allí lo que
considerara oportuno, circunstancia que, obviamente, se había
asegurado de confirmar de manera independiente. Fue entonces cuando
le habían informado de todas las anomalías que habían empezado a
aparecer de un par de meses a esta parte. Los primeros indicios
observados fueron pequeños cambios en las pautas de las corrientes
marinas. Dado que esas corrientes eran las que suministraban plástico
a la floreciente industria de la ciudad se hacía un seguimiento
bastante minucioso de las mismas. Lo siguiente en ser notado fueron
las anomalías magnéticas. Realmente eran mínimas y hubieran pasado
totalmente desapercibidas de no ser porque parte del equipamiento
científico del barco operaba con dispositivos muy sensibles, basados
en squids, a los campos magnéticos más insignificantes. La
observación de fenómenos de quinta fuerza se produjo durante
experimentos para intentar detectar posibles variaciones locales del
campo gravitatorio que pudieran explicar los cambios en las
corrientes marinas. Se había optado por ese tipo de experimentos una
vez descartados otros motivos más habituales, como cambios en las
pautas del viento o en la salinidad de las aguas. En realidad, según
los geofísicos, era probable que las anomalías magnéticas
señalaran algún tipo de cambio en el manto magmático, y puede que
incuso en la corteza terrestre debajo del lecho oceánico. Signos
todos ellos bastante preocupantes pues apuntaban a que pudieran
estarse formando las condiciones propicias para un maremoto. Pero no
todo encajaba sin embargo. Uno esperaría que acompañando al resto
de evidencias hubiese una actividad sísmica atípica, y no se había
detectado ninguna. Posiblemente fue por todo eso que cuando se
hicieron los experimentos para medir la aceleración gravitatoria y
se encontró que esta variaba ligeramente con la altura no se
descartaron los datos como un error experimental, que es lo que se
habría hecho en otras circunstancias, y se repitieron las pruebas
varias veces hasta que quedó prácticamente descartado un error en
los datos.
Las
observaciones de una quinta fuerza eran algo realmente
revolucionario. Era el tipo de cosas que sólo atañían a los
físicos teóricos y sobre las que el resto de físicos de otras
disciplinas sabían muy poco, y posiblemente a través de divulgación
científica. Todos los fenómenos del universo conocido pueden
explicarse mediante cuatro fuerzas fundamentales. Las dos mas
conocidas son el electromagnetismo, los campos eléctricos y
magnéticos más o menos familiares para todo el mundo que haya
manejado un imán o haya recibido una descarga electrostática de
alguna superficie metálica o plástica. Luego esta el campo
gravitatorio, responsable de la ciada de los cuerpos hacia el centro
de la tierra, y de los planetas y demás objetos astronómicos
orbiten unos entorno a los otros. Mas misteriosas son las dos fuerzas
nucleares. La fuerte mantiene unidos los núcleos de la materia (y
los quarks dentro de los protones y neutrones que forman los
núcleos). La débil es la responsable de las desintegraciones
nucleares espontáneas.
La
idea de una “quinta fuerza”, en su forma más conocida data de
los años 80. en esa década se habían anunciado observaciones en
Australia que indicaban que la gravedad variaba con la altura de una
manera distinta lo que predecía la ley de newton (o la gravitación
de Einstein, que para campos gravitatorios débiles, como el de la
tierra, coincidía con la Newtoniana). Posteriormente al repetir los
experimentos no se volvió a observar nada parecido y se descartaron
los resultados. Aún así esos resultados no cayeron el olvido y
pasaron al fondo de chismorreo científico junto con otros anuncios
de descubrimientos célebres posteriormente no vueltos a reproducir,
cómo los monopolos magnéticos o la fusión fría. Fue debido a esa
triste celebridad que el personal del “spin glass”, ninguno de
ellos físico teórico, supo reconocer lo que tenían entre manos. Y
sabiéndolo supieron a quien debían acudir, un físico de cuerdas.
Porque entre los en torno a 10.000 físicos dedicados a esa
disciplina que debía haber en el mundo las autoridades de Plastic
City habían decidido confiar en él para confiarle el
descubrimiento, que desde luego habían mantenido en un muy
recomendable secreto, y pedirle consejo sobre como proceder a
continuación era un pequeño misterio a sumar al resto de enigmas de
mayor calado que le rodeaban. Al fin y al cabo no era en absoluto una
gran autoridad en teoría de cuerdas, como lo pudieran ser un Ed
Witten o un Cunrum Vafa. De hecho ni siquiera llegaba a una segunda
categoría, como pudieran representar un Jackes Distler o un Lubos
Motl. Incluso si al final se llevaba el premio Nobel por su teoría
de luz cansada era consciente de que su trabajo era de carácter
fenomenológico, y que posiblemente habría tenido bastante suerte.
Por otro lado si lo que le habían revelado en plastic city sobre la
quinta fuerza se confirmaba, y se debía a algún fenómenos
geofisico extraño, cosa probable, ese resultado llevaba un premio
Nobel adosado si o sí. Y parecía que querían que él se llevara
parte del mérito.
De
lo que no le habían mencionado nada cuando le explicaron el tema de
la quinta fuerza era de lo de los monstruos marinos. Y sin duda
habían hecho bien. Una cosa era un fenómeno de física atípico
sobre el que había datos precisos obtenidos por personal
cualificado. Pero rumores sobre una versión local del famoso Nessi
sonaba a magufería y a tomadura de pelo. Tras recibir la noticia y
ver el video había reflexionado sobre el mismo. Sin duda parecía
muy real. Cierto era que las técnicas CGI permitían hacer casi
cualquier cosa, pero solían notarse bastante. En cualquier caso
tampoco había gran cosa que pudiese hacer al respecto. Era un
pasajero en ese barco y si los que lo dirigían habían decidido
jugar a criptozoologos y buscar un dinosaurio marino vivo 65 millones
de años después de que se hubiesen extinguido poco podía hacer. En
realidad tampoco era un gran contratiempo. El barco contaba con
conexión a Internet vía satélite repartida a todos sus ocupantes
mediante wifi. El ancho de banda no era la reluche pero le bastaba
para consultar el correo, el arxiv y los blogs y foros científicos
habituales, mirando entre otras cosas material sobre “quinta
fuerza”, con lo cuál esa “caza del monstruo” no le hacía
perder el tiempo en su nuevo objetivo. Además la gente a bordo era
una compañía agradable y le pagaban bien. Por otro lado si después
de todo había algún animal raro por ahí suelto la empresa de
localizarlo y obtener evidencias indiscutibles de su existencia tenía
un tono de aventura exótica de primera categoría. Realmente se
mirara como se mirara eran tiempos interesantes y lo único que
echaba un poco de menos era a su novia. En estas elucubraciones
andaba cuando sonó su móvil. Le llamaba el capitán solicitando su
presencia en cubierta. Al parecer habían logrado localizar al
animal y esperaban
que se le pudiese ver en cualquier momento desde el barco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario